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Foto del escritorMatéo Simoita

¿“Obra” masónica? ¿Quesaco?



Está claro que los inventores de la masonería seguramente no estaban particularmente orientados a la investigación de una armonía existencial como nosotros definirlo hoy!


Preocupados por cuestiones religiosas y sociales, diseñaron el funcionamiento de una logia basándose en grandes principios como la libertad y ciertamente inspirados en lo que se podía hacer en ciertos círculos de la época. .


Aunque la historia de las obediencias masónicas puede entenderse como un cúmulo de derivas místico-políticas y empresariales, el pensamiento masónico ha seguido despertando el interés de generaciones y en particular de intelectuales en muchos países.


Tan pronto como se crea un movimiento, la dimensión colectiva impone una cierta simplificación para facilitar la membresía. Para la masonería es más complicado porque el nivel activo por naturaleza rico y complejo, está en el nivel de la logia mientras que la expresión pública inevitablemente pobre y reductora tiene lugar en el nivel de la obediencia.


Con el tiempo y la evolución del conocimiento, con el trabajo sobre el funcionamiento del cerebro, venimos hoy a reconsiderar el trabajo masónico a nivel de la logia y a descubrir su potencial real en lo que podría ser llamado el aprendizaje de la Sabiduría!


Esta riqueza intrínseca del pensamiento masónico no es, a pesar de todo, automática; asume una cierta cantidad de condiciones para evitar la trampa de la mediocridad en la que muchas logias sucumben por múltiples razones!


El objetivo de esta contribución es proponer una posible explicación de las condiciones de surgimiento de esta obra masónica propicia para una emulación del pensamiento colectivo y también para el surgimiento de un sentimiento individual armonioso.




Cuatro requisitos previos juegan un papel destacado:


1 – El ritual: La experiencia demuestra que, sea cual sea el ritual, siempre que se escenifique de manera seria y solemne, se obtiene el silencio, la concentración y la meditación. Es un condicionamiento del individuo en el grupo que juega el papel de estimulación. Para que el ritual desempeñe su función, se deben cumplir varias condiciones:

  • La reapropiación del ritual por parte del grupo que forma la logia;

  • La participación de todos para eliminar interferencias,

  • La calidad de los oficiantes y el dominio de su papel,

  • La integración del tiempo de meditación para los participantes

Cuando el ritual se asemeja a una letanía, pierde su interés, ya no se sigue y conduce al rechazo.


2 – Los valores masónicos fundamentales: Son cuatro:

  • Libertad de conciencia,

  • Tolerancia y respeto mutuo,

  • La búsqueda de la perfección,

  • Universalismo.

Estos valores masónicos fundamentales deben, naturalmente, ser compartidos y vividos sinceramente como el fundamento básico de la comunidad masónica. Cada logia puede, naturalmente, añadir otras con la condición de que los valores añadidos no sean incompatibles con estas.


3 – La función de enlace entre tradición y modernidad: imbuida de referencias bíblicas, abierta al ocultismo, la masonería también reivindica cierto progresismo. Esto le otorga una posición central que permite hacer un vínculo entre las diferentes civilizaciones en una dimensión universal que explica su relevancia policultural.


4 – La pedagogía de los grados: La masonería tradicional se practica en tres grados que nos remiten a un contenido bíblico, marco de referencia de los principales rituales; cada grado también tiene un contenido simbólico específico y una función particular:

  • El 1er grado corresponde al aprendizaje de las dos herramientas fundamentales que son el mazo y el cincel; existe también en 1er grado la capacidad de impregnarse del conocimiento de una treintena de símbolos que forman lo que podríamos llamar nuestro universo simbólico protector: el número 3, la piedra áspera, la piedra cúbica con punta, el cuadrado, el compás , el nivel, la plomada, el Volumen de la Ley Sagrada, las dos columnas con las letras B y J, la mesa de caja, el pavimento de mosaico, el sol, la luna, la cadena de unión, la espada flamígera, el ordinario espada, el mandil, los guantes blancos, los cordones, el tahalí, el delta luminoso, la piedra tosca, la tabla de calcar con la X y el #, la borla dentada, las bolas blancas y negras, las tres ventanas y en ciertos ritos las tres columnas. Comprender el concepto de universo simbólico protector permite globalizar la sinergia de los símbolos y apropiarse de ellos. La función particular del primer grado es, naturalmente, la ruptura con el mundo profano y el realce de la necesidad de progresividad en la adquisición de conocimientos.


  • El 2º grado es el grado de trabajo, del comienzo de la realización del trabajo en el marco de una preocupación colectiva; para ello aparecen 2 nuevas herramientas: La palanca y la regla; se presentan otros tres símbolos: el número 5, la letra G y la estrella resplandeciente.


  • El 3er grado es el grado de completud (es por ello que los "grados secundarios" no forman parte del currículo específicamente masónico). Una nueva herramienta: la paleta; cuatro nuevos símbolos: los números 7 y 8, el paso del maestro (amante) y la acacia, símbolo de la resiliencia masónica. El encuentro con una escenografía original nos adentra en lo que podría entenderse como nuestro destino: ¡la traición, la muerte y la resiliencia!

La sinergia de estos cuatro componentes del trabajo masónico no es obvia; esto supone una reapropiación por parte del iniciado/a de estos diferentes enfoques cognitivos con un único objetivo: la adquisición de armonía y una cierta sabiduría. Esto sólo es posible a través de un proceso de autoformación donde todos los logros simbólicos masónicos vienen a completar un conocimiento filosófico y psicológico. Podemos imaginar la importancia del trabajo personal que esto implica.


En tal configuración, entendemos la necesidad de revolucionar el trabajo en el vestuario favoreciendo los trajes de 3er grado, que deberían ser mucho más frecuentes que en la actualidad.


Los diferentes aspectos del trabajo masónico

Como todo trabajo, el trabajo masónico ofrece dignidad al masón y francmasona que lo llevan a cabo. Si bien es un trabajo esencialmente intelectual, también tiene un componente social porque va acompañado de encuentros y de compartir. Más allá de los planteamientos presentados, podemos definir tres niveles de expresión de esta obra masónica:


1 / El nivel primario que podría asimilarse al trabajo secular:


Es esencial mantener la cohesión de la comunidad masónica ya sea a nivel de logia, de obediencia o más ampliamente en las relaciones interobedienciales; esto implica cualidades organizacionales, gerenciales, contables y también una habilidad para hablar en una dimensión de relaciones públicas.


2 / El nivel psicológico:


Es fundamental para evitar el riesgo de transferencia y permite vivir la verdadera fraternidad. La adquisición de un cierto grado de Sabiduría implica autoentrenamiento en el desapego, el dejarse llevar y la benevolencia.


3 / El nivel filosófico:


¡Se alimenta tanto de reflexiones puramente masónicas como de las aportaciones de grandes filósofos contemporáneos en una dimensión universal!


Cada masón, cada masón es llevado a desarrollar una reflexión personal sobre cada uno de estos niveles.


¡Queda claro que la explotación colectiva de los aportes personales de cada uno, cada uno, merece más inversión para que se haga el “feed back”!



En conclusión

Todo el mundo sabe que la inversión masónica es un sistema modular que va desde el simple amiguismo de cafetería hasta un exigente compromiso filosófico acompañado de una transformación personal; ¡este testifica que el pensamiento masónico no es “viento”!


Es claro que si el nivel colectivo es muchas veces decepcionante, parasitado por querellas de egoísmo, y sospechosas ambiciones de conflictos de intereses, ¡el trabajo personal es posible con un campo de investigación ilimitado!


¡Es en este campo de trabajo personal nutrido por la experiencia de participar en trajes masónicos que debemos trabajar!


Este trabajo masónico es parte de un proceso global de autoformación: por definición, ¡no hay Maestro ni Maestra en la Francmasonería!


Es, naturalmente, ante todo investigación y aprendizaje; luego es un análisis crítico y finalmente es una práctica meditativa!


Aunque sea difícil, aún es posible ver que las logias recuperen el gusto por cultivar nuestras especificidades con altos estándares y rigor. La responsabilidad de la logia es ante todo brindar apoyo para facilitar la autoformación que corresponde a cada uno de nosotros.


¡No hay Gran Logia sin la participación de todos sus miembros en un trabajo colectivo de calidad!

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